jueves, 14 de abril de 2011

“Scream for me, Argentina”*

Iron Maiden dio vuelta el multitudinario estadio de Vélez Sársfield

La banda de heavy metal británica Iron Maiden desplegó el pasado viernes 8 de abril lo que se consagró como un show inolvidable (y, sin embargo, lejos de ser el mejor que hayan dado en nuestro país).

Los encargados de la previa a semejante espectáculo fueron Adrián Barilari (el cantante de Rata Blanca) y el grupo Kamelot (de origen principalmente estadounidense). A las 20 horas ya estaba todo listo y despejado de modo que Maiden hiciera de las suyas con una escenografía admirable y plenamente equipada para que la gente y los lentes que grabaron el DVD de la gira The Final Frontier tuvieran la mejor vista.

“Entramos como cola de perro, tuvimos que empujar porque ya estaba todo lleno. Había mucha droga, mucha gente en cuero, y sobre todo pesados, pesados en serio”, cuenta Darío, una de las 40 mil personas que disfrutó de la pasada de la banda por Argentina. “No nos revisaron nada, mochilas enteras pasaron al recital sin ser registradas, podíamos llevar cualquier cosa. Quedamos trabados en el fondo al principio y tuvimos que hacernos paso con mi amigo para llegar hasta la mitad de la cancha”. Además indicó que el estadio estaba dividido en 4 partes por canales que funcionaban como pasillos para los patovicas y responsables de seguridad.

En homenaje al autor de muchas de las canciones de la banda, el bajista Steve Harris, se escuchó el murmullo de un tema de U.F.O (banda de su interés), que dejó un mensaje claro: se aproximaba la hora. El show comenzó con The Final Frontier, título que también se atribuye al nuevo CD y al tour. “Ahí todos enloquecieron, pero de todas formas la gente no conoce los temas de los últimos álbumes; como no son clásicos no están al tanto de las letras, de cuándo tienen que saltar o empujar, entonces no era tan emocionante. Tocaron muchos temas de The Final Frontier, así que en general el recital estuvo bastante tranquilo”, relata Darío.

The Trooper fue el tema elegido por el público (junto a Fear of the dark) para sacudir literalmente el estadio de Vélez. “Entre los azotes que recibí cuando empezó a sonar el solo de guitarra me di cuenta de que una buena técnica para evitar ser aplastado es tener a varias personas cerca, rodeándote, de manera que si saltás y viene un choque, la multitud se mueve como una ola. Como yo soy muy alto, mi primera reacción fue intentar correr a todos, lo que provocó que me quedara con un vacío por delante y que al comienzo del tema se me vinieran todos encima. Era mejor estar pegados, todos apretados, que estar separados.

Pero el verdadero pogo fue el que armaban los hombres más robustos: una manada de ellos, todos con el pecho desnudo, se agarraban de los brazos y empezaban a empujar para atrás, corriendo a toda la gente y formando un círculo de 3 por 3 metros vacío. Si alguien atinaba a meterse al agujero, ya sea para poder estar firmemente parado, respirar o por inercia, era echado a golpes. Y cuando arrancaba el tema, iban todos corriendo hacia el centro para poguear. Eso fue The Trooper, jodidísimo.”

La banda se solidarizó con Japón y la catástrofe que lo derrumbó hace unos días. Hizo mención al hecho y a varios países de Asia que sufrieron el impacto del terremoto, señalando las consecuencias económicas y sociales que están padeciendo. Se encargó de ilustrar el suceso con Blood Brothers, una canción muy pacífica tiene como temática la hermandad y el amor mutuo.

Cuando se vino Dance of Death, parecía que había llegado el momento que la gente se esperaba: ya que uno de los propósitos de la gira era grabar un set-list para Latinoamérica totalmente diferente al resto del mundo, se iba a añadir al concierto un tema especial, de los menos famosos de la banda. “Nos hicieron cantar mucho. Bruce Dickinson (cantante) motivaba mucho al grito, diciendo por ejemplo: ‘scream for me, Argentina, scream for me, Buenos Aires’ ('grita por mí, Argentina, grita por mí, Buenos Aires'). Ahí se enfocó mucho al público levantando las manos y gritando”, explica Darío.

En cuanto al ambiente en el campo, el joven cuenta que a su alrededor había gente de todo tipo: de gran contextura física, chicas muy menudas e incluso niños “a cococho”. “Todos se pegaban con todos, pero a nadie le importaba, había droga de por medio y la emoción por Maiden. Le pegué sin querer a varias chicas, la verdad es que todas se re aguantaron el recital, no veían casi nada y recibían golpes de todos lados. También había gente con chicos en los hombros, eso era un peligro, no sé a quién se le ocurre”.

Entre los temas que siguieron y formaron parte del espectáculo estuvieron: Fear of the Dark, Hallowed be thy name y Running Free. Pero la alegría no duró mucho y pronto se acercó lo más inesperado, aproximadamente a las 00 horas del sábado. Parecía que Maiden se retiraba. “¿Cómo? ¿Ya? No puede ser”, pensaban y exclamaban muchos, la multitud enloquecida pedía la vuelta al escenario de la banda. La gente no se movía a pesar de que hubieran encendido las luces del estadio. “Habrán transcurrido 20 minutos sin que nadie se moviera, todos esperaban que continuara, sólo había durado 2 horas. Nos pareció que habría pasado algo, porque era inentendible; en definitiva, había resultado ser un recital común y corriente. A mí en realidad me encantó porque nunca los había visto, pero los que lo vieron otras veces se llevaron una decepción terrible”, cuenta Darío. “La verdad es que en escenografía se pasaron, estaba todo muy bien montado, pero hicieron muchas promesas de temas que no tocaron, sobre todo los clásicos, que era lo que esperábamos todos. El ‘público viejo’ y fiel de Iron Maiden quería temas para poguear y no encontró eso.

Al salir se complicó muchísimo porque un estadio no está preparado para la evacuación de cancha de miles de personas, salimos todos por una puerta de 2 o 3 metros de ancho y tardamos un montón. Esto también produjo, junto con el enojo masivo sobre la temprana finalización del recital, que la gente se peleara, quizás se empujaban sin querer y eso desembocaba en trompadas.”

Hay algo más que sorprendió a Darío y que probablemente le resultará extraño a mucha gente: dado que había asistido una gran cantidad de fans con celulares, cámaras de video y fotos, se esperaba un robo masivo. “Y nada que ver, la gente se comportó muy solidaria, encontrando cosas en el piso durante el camino de la salida e intentando devolverla a los propietarios, incluso permaneciendo en puntos donde se juntaba mucha gente para encontrarlos. Entre los objetos perdidos había documentos, cédulas, hasta una zapatilla. ‘¿Quién perdió la zapatilla, alguien quiere recuperar el par?’, gritaban. Así que la gente fue muy educada la verdad, a pesar de ser fanática del heavy metal.

Y más allá de que el recital no haya tenido el despliegue que se esperaba o que se había prometido, me fascinó la experiencia y me encantaría que vuelvan para ir a hacerles el aguante nuevamente”, concluye.


* "Grita por mí, Argentina"




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